La libertad del perdón
“Aferrarse al enojo es como agarrar un carbón caliente con la intención de
aventárselo a alguien más. El que
siempre sale herido eres tú”
Buda
¡El
perdón alivia, hace que descanses, relaja…cura!!!
Un
ejemplo de este alivio es el de esta gran mujer, Eva Kor, que fue prisionera en
Auschwitz, y no sólo eso; junto con su hermana Miriam, ambas niñas, fueron
sometidas a experimentos “médicos humanos” por Josef Mengele. Después de sobrevivir a este holocausto y a
todas esas torturas, va por el mundo …
“predicando el perdón”
Cincuenta
años después de ser liberada de Auschwitz volvió al lugar y lo que experimentó
fue:
"Yo estaba perdonando a todos y eso me dio una
libertad emocional tan fuerte, tan beneficiosa para mí, que no necesitaba
tratar con quien me hizo sentir tanto daño; inmediatamente sentí que todos los
dolores que llevaba en mis hombros fueron sacados de mí, que yo estaba libre,
ya no era una prisionera de mi pasado trágico.”
Es muy
posible que la mayoría de nosotros no tengamos esta capacidad tan, tan grande,
de perdonar, pero en la medida que podamos sí deberíamos aplicarnos a ello.
En realidad,
por mucho que se estudie, no tiene respuesta “científica” sin embargo, perdonar
sana no sólo el alma, también el cuerpo físico.
Está claro que aferrarse al dolor que nos han producido o hecho sentir,
no conduce más que a sostenernos en eso….
¡Más y
más dolor!
Desde lo
más profundo de nosotros asoma el perdón y lame las heridas como un bálsamo
dulce que favorece que nuestros niveles de estrés bajen, que nuestros dolores
se reduzcan, que nuestras tensiones emocionales se disipen, que nuestro corazón
lata con tranquilidad y buen ritmo y que nuestra vida se extienda y expanda.
Para que
funciones, no sólo es suficiente decirlo, la cosa está en sentirlo. Y sí, si
nos ponemos a ello, somos capaces de hacerlo.
Que tu
vida sea larga y dulce
¡Perdónate
y perdona!
Almudena Alcaide Martín
Salud Emocional
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