Ahora
“Alégrate
porque todo lugar es aquí y todo momento es ahora”
Buda
Dentro de nosotros hay una fuente
continua de energía que provoca y sostiene nuestra vida. A veces es muy potente y se derrama y no
damos abasto a controlarla y, otras veces, se vuelve densa y pesa mucho.
En el primer caso nos impulsa sin
medida y nos hace vivir en proyecto continuo.
Vamos y vamos siempre por delante, un poquito más allá, o mucho más
allá; el tiempo no nos llega y en ocasiones la angustia por alcanzar eso hacia
lo que corremos se hace tan potente que puede llegar a asfixiarnos.
En el segundo caso sucede lo
contrario. El tiempo es lento,
pesado. Las horas no terminan y pasamos
muchas horas rememorando el pasado. Esto
tampoco es positivo porque, en este caso, la pena, la añoranza hacen presa al
alma y también la ahogan.
¡En ambos casos estamos funcionando
en desequilibrio!
¡Se trata de alinearnos con nuestro
presente!
Este, el presente, es el único tiempo
en el que nuestra energía fluye de manera constante, organizada y en equilibrio
y, sucede entonces, que el bienestar se
instala en nosotros.
Si vivimos en el presente la
percepción de la realidad emerge en nosotros y la visión del mundo que nos
rodea se hace profunda y poderosa.
¡Nos damos cuenta que el único tiempo
que existe es…AHORA!
El pasado ya sucedió y no podemos,
por más que queramos, volverlo a vivir; y el futuro se construye cada minuto
del presente.
¿Cómo lograrlo?
Se trata de ser conscientes de cada
cosa que hacemos, de cada paso que damos, de cada decisión que tomamos. Esto nos hace dueños y responsables de
nuestra vida.
Se trata de estar “presentes” en cada
acción, pensamiento, idea, etc., que realicemos.
Hay una práctica muy sencilla de
“Mindfulness” (atención consciente) que les pongo a mis alumnos en los cursos.
Toma una actividad muy, muy sencilla;
muy básica. (Por lo general les pongo a fregar platos), pero puedes estar
haciendo cualquier cosa, incluso estar tumbado sin más.
El “truco” consiste en ser plenamente
consciente de cada movimiento que haces con las manos, por ejemplo, en el caso
de fregar. El jabón, los vasos, el agua.
O los colores del lugar donde estás tumbado, los cuadros de las paredes,
la ropa de la cama o del sofá. Cualquier
cosa, pero todo lo que observes y “reconocer” que lo ves, lo sientes y además
decirlo….
Soy consciente que las paredes de
esta habitación son de color….
Soy consciente que la puerta está a
mi izquierda….
Soy consciente del tacto del agua….
Soy consciente de las sensaciones que
percibo….
Etc.
Me cuentan que muchas veces el
pensamiento se va de este instante a otro lugar, pero la tarea es “atraparlo” y
posicionarlo en lo que se está haciendo….
¡Aquí y ahora!
¡No es complicado!
Venga, haz la prueba
¡El único tiempo real que vives es
este!
¡Este en el que me estás leyendo!
Después…. será otro presente.
Almudena Alcaide Martín
Salud Emocional
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